En éste artículo intentaré abordar un universo, que tan conocido como interesante resulta: la adolescencia. Una ola de vicisitudes psicológicas y
físicas, una turbulencia hormonal que sacude al que hace un tiempo atrás era un
niño, para que transite por un camino que para algunos resultará pedregoso y
mas llano para otros, llevándolo a la adultez.
Adolescencia
Desde la psicología evolutiva se conocen distintas etapas del
ser humano, según su franja etaria, nivel cognitivo, emocional, entre otros
elementos. Es decir, considera la niñez, la pubertad, la adolescencia, la
adultez y la vejez. En nuestro orden de ideas, tomaremos a la pubertad
como período que antecede y anticipa la adolescencia, como un preámbulo de lo
que vendrá en una etapa de consolidación de la personalidad, de la conducta,
de pensamiento, como también de emocionarse y adquirir una identidad
sexual (Ceberio 2015). Un modo de ser en el mundo, una elección
existenciaria. Como ya se mencionó, comienza con cambios fisiológicos de
la pubertad y termina al plenificarse como ser adulto.
Doltó
(1988/2014) sostiene que la adolescencia es una fase de mutación. Y siguiendo a
la autora, creemos que los adultos, familia en primera instancia y
profesionales, como ser psicólogos en su rol de promotores del bienestar en
tanto salud mental, deben estar acompañando, respaldando a cada joven a
ingresar en una nueva esfera de responsabilidades.
Dicha
autora (1988/2014) sostiene
(…) ¿lo
problemático es la primera experiencia sexual, que es una cresta culminante en
la vida del adolescente, o cierta necesidad de experimentar la muerte? Es
decir, ¿se trata de la confrontación con el riesgo y el peligro, o el no-deseo
de vivir…?
(…) el
riesgo del primer amor es experimentado como la muerte de la infancia. La
muerte de una época. Y éste final que os arrastra y aniquila (…) constituye el
verdadero peligro de dicha cresta, punto de paso obligado, para inaugurar su
dimensión de ciudadano responsable, y acto irreversible. (p.22)
En la
etapa adolescente, se desarrolla una importante y profunda reestructuración del
aparato psíquico, que hay que tener presente a la hora de abordar una temática
como la que nosotros presentamos.
En lo que
respecta al yo (Liberman, 2012), este se disputa con montos de angustia que
provienen de elementos desconocidos y nuevos, efecto de cambios corporales,
cambios en las relaciones sociales y vínculos familiares. Hay un choque
de sentidos entre lo que el adolescente quiere y se propone como propio, frente
a los mandatos y deseos ajenos, por lo general del mundo intrafamiliar.
Como consecuencia de ello, aparece la angustia y la confusión.
El
superyó (Liberman, 2012) debe auspiciar el ejercicio genital, a diferencia del
anterior que prohibía y castigaba. Permitirá asumir una imagen real de
los padres, como sexualmente activos, con los cuales el jóven pueda
identificarse y al mismo tiempo, dé lugar al abandono de viejos lazos incestuosos.
Como así también renunciar a las reglas propuestas por el ideal de yo, que se
funden en esos viejos lazos. Por su parte el yo ideal del adolescente
necesita dejar de ser a través de los padres. Proceso que duele tanto al joven
como a sus progenitores.
La vida
del ello pareciera tomar relevo, ya que en este momento vital de la segunda
vuelta de la sexualidad hay un incremento pulsional.
Freud (1905/
1995) señalaba que mientras en la niñez la pulsión sexual era autoerótica
(las pulsiones eran parciales y las zonas erógenas independientes entre
sí), en la pubertad se da lo que él llamó hallazgo de objeto
(todas las pulsiones y las zonas erógenas cooperarían entre sí,
subordinándose al primado de la zona genital). Para ello, como ya hemos mencionado,
se debe renunciar al amor parental dando paso a la exogamia.
De todas
maneras, hay una fuerza que lleva al sujeto a realizar actos impulsivos, en
función de la satisfacción pulsional que no pide permisos, mediante actings o
pasajes al acto.
La
capacidad de simbolización continúa adquiriéndose o sea la posibilidad de
establecer un clivaje entre el acto y su significado. El pensamiento todavía
tiene mucho de concreto y muchas veces acción significa pensamiento, dado que
el preconsciente se va reordenando lentamente, las representaciones se
van ligando en forma paulatina y muchas veces la acción no puede ser aún
mediatizada por la palabra. La acción es a veces, en el adolescente, una
forma de ser y de pensar. (p.11)
Bibliografía utilizada para este artículo:
Ceberio,
M. (2015). Guía para padres de adolescentes. Buenos Aires, Argentina: B
Doltó, F. (2014). La causa de los adolescentes (1° ed. 4°
reimpresión). Buenos Aires: Paidós
Freud, S. (1905/1995). Tres ensayos de teoría sexual. Obras Completas. Volumen VII. (1° ed. 8° reimpresión). Avellaneda: Amorrortu
Liberman, M. (2012) Adolescencia, teoría y clínica. En sitio web
de la Universidad Argentina John, F. Kennedy, Departamento de Psicología
Clínica. Extraído el 19 de mayo, 2015 de http://www.kennedy.edu.ar/DocsDep19/Publicaciones/Adolescencia%20%20Teor%C3%ADa%20y%20Cl%C3%ADnica.pdf
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